Casi al mismo tiempo que la pandemia de coronavirus comenzaba a traspasar fronteras como un tsunami imparable, laboratorios de todo el mundo iniciaban una carrera contra reloj para encontrar una vacuna que pueda contrarrestar al nuevo patógeno. No es el único recurso científico para detener al virus, pero sí el más importante. Las investigaciones siempre parten de la premisa de que el desarrollo de vacunas se caracteriza por un alto nivel de fracaso, pero los proyectos en marcha son 160, de los que 23 se encuentran en fase avanzada, y nunca antes la comunidad científica internacional había actuado tan coordinadamente ni con tantos recursos para solucionar un problema.
Los contagios declarados en todo el mundo superan los 16 millones, mientras que los fallecimientos se acercan a los 650.000, según los datos que recopila la Universidad Johns Hopkins. En total, hay 213 países y territorios heridos por el zarpazo de la enfermedad, prácticamente todos los del planeta, por lo que hallar una vacuna contra el nuevo coronavirus se ha convertido en una cuestión de máxima prioridad. Repasamos algunos de los puntos más importantes que caracterizan a este gran reto científico:
¿Por qué es importante una vacuna contra el coronavirus?
Hasta que no se encuentre una vacuna efectiva, el coronavirus SARS-CoV-2 podrá circular libremente por las personas, que estarán expuestas al patógeno. El nuevo virus ha demostrado una capacidad de contagio superior a la que en un principio se estimó, lo que le ha permitido propagarse a lo largo y ancho del mundo de una manera explosiva.
Medidas como la higiene, el uso de mascarillas o el distanciamiento físico seguirán siendo muy efectivas, y pueden frenar el ritmo de contagios hasta niveles de relativa seguridad, pero el regreso a la situación anterior a la pandemia va a depender del hallazgo de soluciones terapéuticas. Dentro de estas, la vacuna es la más importante.
¿Se trata solo de desarrollar una vacuna?
La frenética carrera por encontrar una vacuna tiene ante sí un triple desafío titánico. Primero, para acortar los plazos debe conseguir acelerar esa relativa lentitud que caracteriza al proceso habitual de desarrollo. Pero también hay que considerar que la vacuna realmente exitosa no tiene que ser solo efectiva, sino que además debe poder producirse a una escala nunca antes conocida -varios miles de millones de unidades en el menor tiempo posible-, por lo que la implicación de la industria farmacéutica es fundamental. El tercer paso sería asegurar campañas masivas de vacunación. La suma de estos tres grandes objetivos convierten a este reto en uno de los más importantes a los que se ha enfrentado la ciencia en toda la historia.
¿Cuántas fases debe superar una vacuna?
Antes de cualquier prueba clínica en humanos, el candidato a vacuna debe superar una Fase 0 o preclínica, que incluye pruebas in vitro y en animales. La vacuna debe demostrar que es segura y que funciona en los organismos animales. Si lo hace, puede pasar al estudio clínico en seres humanos, que se divide a su vez en en tres fases, con una cuarta opcional:
- Fase 1: La vacuna se prueba en pequeños grupos de entre 20 y 100 personas sanas. El estudio se centra en confirmar que es segura y efectiva, identificando posibles efectos secundarios y determinando la dosis adecuada.
- Fase 2: Es un estudio a mayor escala en el que participan varios cientos de personas. Aquí se evalúan los efectos secundarios más comunes en el corto plazo y cómo reacciona el sistema inmune.
- Fase 3: Es un ensayo mucho más grande en el que participan varios miles de voluntarios. Se compara cómo evolucionan las personas que fueron vacunadas respecto a las que no. También se recolectan datos estadísticos acerca de la efectividad y la seguridad. Esta fase también sirve para detectar otros posibles efectos secundarios que hayan pasado desapercibidos en la Fase 2.
- Posible fase 4: Muchas vacunas se someten a una Fase 4 después de que la vacuna haya sido sido aprobada. El objetivo es recabar aún más información que pueda reforzar su seguridad y eficacia.
Desde que la Organización Mundial para la Salud (OMS) declaró el brote de coronavirus como pandemia, los proyectos de vacuna se han multiplicado en todo el planeta. Con fecha 14 de julio, la última referencia en la que aporta datos, el organismo internacional reconoce 140 proyectos que ya han encontrado un candidato a vacuna y se encuentran en fase preclínica. Además, hay otros 23 que la han superado y están en fase clínica, con pruebas en humanos. Los 3 más avanzados son:
- Instituto Jenner de la Universidad de Oxford (Reino Unido). Fase 3
- Sinovac (China). Fase 3
Esta propuesta china parte de virus inactivos purificados, y ha generado muchas expectativas. Acaba de arrancar la fase 3, y comenzará a reclutar voluntarios este mes de julio. Brasil ha dado el visto bueno para que la compañía inoculase la vacuna experimental a voluntarios del país sudamericano.
- Moderna / Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas NIAID (EEUU), Fase 3
Esta vacuna está basada en ARN mensajero combinado con el código genético del virus, y España participará en su proceso de producción. Se encuentra ya en fase 3 de ensayos clínicos, con una muestra de 30.000 personas. Los participantes recibirán aleatoriamente una dosis de 100 micorogramos del fármaco o una dosis de placebo.
Los resultados de la Fase 1 revelaron que la vacuna había sido bien tolerada y generó una actividad de anticuerpos neutralizantes, según estudios provisionales difundidos por la revista The News England Journal of Medicine. Según un comunicado de NIH, los hallazgos iniciales están basados en los resultados con los primeros 45 participantes, cuyas edades oscilaron entre los 18 y los 55 años. En el mismo sentido, otro estudio ha demostrado también su efectividad en primates.
Los resultados de la Fase 1 revelaron que la vacuna había sido bien tolerada y generó una actividad de anticuerpos neutralizantes, según estudios provisionales difundidos por la revista The News England Journal of Medicine. Según un comunicado de NIH, los hallazgos iniciales están basados en los resultados con los primeros 45 participantes, cuyas edades oscilaron entre los 18 y los 55 años. En el mismo sentido, otro estudio ha demostrado también su efectividad en primates.
¿En qué situación se encuentran los proyectos españoles?
Un escalón por debajo, aún en fase preclínica, España cuenta al menos con una decena proyectos que buscan una vacuna desde diferentes perspectivas:
Investigadores del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ya han iniciado los ensayos preclínicos con animales de un candidato a vacuna basado en una modificación de la que se usó contra la viruela.
En concreto, utilizan una cepa muy atenuada del virus Vaccinia (llamado MVA), de la familia del virus de la viruela, como vector viral para insertarle genes del nuevo coronavirus que puedan inducir una respuesta inmune adecuada frente al SARS-CoV-2. El grupo está liderado por Mariano Esteban y Juan García Arriaza.
En el mismo centro, otro equipo, dirigido por Luis Enjuanes e Isabel Sola, trabaja en crear una vacuna a partir de una reconstrucción genética del propio coronavirus, atenuando y eliminando los genes más virulentos. En breve también podrían tener un candidato viable a vacuna.
Un tercer equipo de investigadores del CSIC, dirigido por Vicente Larraga, del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, está buscando una vacuna que utiliza un antígeno del coronavirus para estimular la inmunidad. El método consiste en colocar el gen del antígeno en un "vehículo" sintético de material genético que pueda ser introducido en el organismo del paciente e inducir la protección frente a la infección. En unas semanas podría empezar a probarse en modelos de ratón.
¿Qué es la “inmunidad de rebaño”?
La "inmunidad colectiva" o "inmunidad de rebaño" proporciona protección indirecta a los individuos no vacunados, y solo se produce cuando se vacuna una parte muy importante de la población, a la que se suman las personas que son inmunes porque han desarrollado anticuerpos tras un contagio previo. Los epidemiólogos calculan que entre el 60% y el 70% de la población necesita ser inmune al virus para alcanzarla.
Mientras llega la vacuna, existen posturas que abogan por dejar que se infecten las personas sin ningún tipo de control, para generar esta “inmunidad de rebaño”. Lo que proponen, básicamente, es permitir el aumento de casos positivos y de circulación de personas para incrementar la generación de anticuerpos y la creación de una barrera inmunológica. Pero esta estrategia no pasa de ser una idea descabellada, puesto que en la práctica supone una condena segura al colapso sanitario y a la muerte de millones de personas.
En España, los datos arrojados por el estudio de seroprevalencia que ha llevado a cabo el Ministerio de Sanidad son bastante desalentadores en este sentido. Tan solo un 5,2% de la población española habría generado anticuerpos, por lo que esa "inmunidad de rebaño" sin vacuna se antoja como un horizonte extremadamente difícil de alcanzar, sobre todo teniendo en cuenta el elevado coste humano, sanitario y económico que ha implicado un porcentaje tan bajo.
Además de la vacuna, ¿qué otros tratamientos hay?
Los fármacos representarían la otra gran línea de investigación en la lucha contra el coronavirus. Se calcula que a nivel internacional hay alrededor de 200 nuevos medicamentos en vías de investigación para combatir el nuevo coronavirus, la mayoría de los cuales serían antivirales.
Los posibles tratamientos con fármacos ya existentes también se han multiplicado en los últimos meses. En el portal estadounidense clinicaltrials.gov, donde se lleva la cuenta de los ensayos clínicos sobre COVID-19 en todo el mundo, hay ya registrados más de 2.550, de los que 128 se estarían desarrollando en España.
Estos medicamentos, administrados de manera individual o en combinación con otros, se dividirían principalmente en tres grupos:
- Los destinados a impedir que el virus progrese dentro del organismo humano.
- Los destinados a calmar la respuesta del sistema inmune (en los cuadros más graves de la enfermedad se desencadena una reacción inmunológica exagerada y potencialmente mortal, denominada "tormenta de citoquinas").
- Los basados en anticuerpos, bien obtenidos en laboratorios o bien procedentes del plasma sanguíneo de pacientes que han superado la enfermedad.
Existe una serie de fármacos que ya han demostrado su eficacia con otras enfermedades , y que se han probado un cierto éxito con la COVID-19, aunque todos ellos se encuentran aún en fase de evaluación. Es lo que se conoce como "reposicionamiento de medicamentos", que presentan la ventaja de que la seguridad clínica ya está probada.
Entre estos, sobresale de una manera muy significativa la dexametasona, un fármaco barato y de fácil acceso en todo el mundo que puede ayudar a salvar vidas de pacientes que sufren complicaciones respiratorias severas, según un estudio de la Universidad de Oxford. El equipo investigador cree que el tratamiento a base de dosis bajas de esteroides supone un gran avance en la lucha contra la COVID-19, al reducir en un 33% el riesgo de muerte de los pacientes más graves, los que se encuentran conectados a ventiladores mecánicos.
En cuanto a antivirales, destaca el remdesivir, un medicamento desarrollado inicialmente contra el ébola y que se ha convertido en el primero aprobado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) para su comercialización en la Unión Europea. Se trata de un fármaco que evita que el virus se replique en el organismo, y solo está indicado para tratar a pacientes con COVID-19 que se encuentren en estado grave. Hay que tener en cuenta que efectivamente supone un beneficio para estos enfermos, aunque sus resultados en cuanto a eficacia no dejan de ser discretos.